La producción de ganado es una actividad económica fundamental para comunidades de todo el mundo, principalmente las vulnerables. Según el estudio Moving Towards Sustainability: The Livestock Sector and the World Bank, del World Bank Group, cerca de 500 millones de productores en el mundo dependen de la cría de ganado para obtener alimentación, ingresos y una red de seguridad en momentos de necesidad. Esto cobra aún más importancia para los ganaderos que viven en ambientes desafiantes, como los muy fríos, los montañosos y los áridos. En lugares con condiciones adversas como estos, la producción de ganado puede ser la única manera de convertir, de forma sostenible, los recursos naturales locales no solo en alimento, sino también en la obtención de ingresos.
El ganado es una cuenta de ahorro en la región más fría del mundo

Un ejemplo notable de producción de ganado en ambientes adversos se encuentra en la región más fría del mundo, Siberia. Yakutia, una república en la región de Siberia que forma parte de Rusia, es conocida por sus temperaturas extremadamente bajas e inviernos largos y rigurosos; las temperaturas medias en enero pueden variar de -25 °C a -50 °C, dependiendo de la ubicación. Allí se encuentra la ciudad de Yakutsk, conocida como la más fría del mundo, con temperaturas que pueden alcanzar los -60°C en invierno. Por su parte, la aldea de Oymyakon es considerada la localidad permanentemente habitada más fría del planeta, donde las temperaturas han llegado a -71,2°C.
Este frío intenso dificulta la agricultura y la cría de animales en la región. Es la cría de ganado de carne la que garantiza la subsistencia de las comunidades locales. La comercialización de los animales genera ingresos rápidos para que los ganaderos inviertan en materiales de siembra, fertilizantes o contratación de mano de obra para actividades agrícolas. Estos beneficios pueden expandir el área cultivada, aumentar los rendimientos y mejorar la productividad. Es decir, el ganado de pequeño y gran porte funciona como una especie de “cuenta de ahorro”, utilizada para adquirir insumos agrícolas, invertir en otras actividades generadoras de ingresos o pagar gastos, como educación, facturas médicas y costos funerarios.
A pesar de las dificultades, los habitantes de estas regiones remotas también sobreviven de la agricultura. Para ello, cuentan con invernaderos climatizados, donde cultivan legumbres durante los meses más fríos.
Adaptación y resiliencia
Los bovinos de Yakutia están adaptados al clima severo, de una raza resistente, conocida como ganado yakutiano o “Sakha Yatki”. Estos animales desarrollaron una capa gruesa de piel y pelaje que los protege del frío intenso. También tienen la habilidad de encontrar comida bajo la nieve profunda porque raspan el hielo y la nieve para alcanzar el pasto. El ganado yakutiano además tiene la capacidad de regular su temperatura corporal y presenta un metabolismo lento, lo que garantiza su supervivencia en condiciones extremadamente adversas.
La ganadería local tiene otras aplicaciones: el estiércol se usa como fertilizante natural, lo que ayuda en la preparación del suelo y también como una especie de aislante térmico: el estiércol de vaca se esparce en las paredes de los establos para ayudar a mantener el calor. Además, las familias ordeñan sus vacas para obtener leche suficiente para consumo propio y venta. Durante los cortos meses de verano (de julio a septiembre), los productores se dedican a la cosecha de heno para garantizar que sus rebaños tengan comida suficiente para los largos inviernos.
Ganado en el Sahara

El informe Livestock & the environment: finding a balance, producido por la Comisión de las Comunidades Europeas, el Banco Mundial y los gobiernos de Dinamarca, Francia, Alemania, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos de América, revela que, “para cerca de 100 millones de personas en áreas áridas, y probablemente un número similar en otras zonas, el ganado en pastoreo es la única fuente posible de subsistencia”.
Según el documento, en pastizales áridos, los sistemas tradicionales de producción de trashumancia —en los que la cría de ganado implica el movimiento estacional de rebaños y sus pastores entre diferentes áreas— son altamente eficientes, lo que garantiza la producción de ganado en ambientes adversos, incluso en el Desierto del Sahara. La práctica antigua, presente en diversas culturas y regiones del mundo, desempeña un papel importante en la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, permitiendo la adaptación a las variaciones climáticas y a la disponibilidad de recursos naturales.
El sistema de producción trashumante, señala el informe, es adoptado por productores en Mali (en África Occidental), cuya mayor parte está ocupada por el Desierto del Sahara. El sistema también está presente en la ganadería bovina en Botsuana, en el sur de África. En estos dos lugares, según el informe, la producción bovina es dos o tres veces mayor —y a un costo mucho menor en recursos combustibles no renovables— que la producción de sistemas sedentarios o ganadería en condiciones climáticas similares en Australia y Estados Unidos. La importancia de la ganadería en la región se destaca en el estudio Why Is Production of Animal Source Foods Important for Economic Development in Africa and Asia?, publicado en la revista científica Animal Frontiers, en 2020. Según el documento, la producción de alimentos de origen animal contribuye al desarrollo económico, generando ingresos y empleo para criadores de ganado y actores a lo largo de las cadenas de valor de la ganadería. “En África y Asia, la ganadería es un activo, una reserva de riqueza para la resiliencia. La producción ganadera local aumenta la disponibilidad de alimentos de origen animal como fuente de proteínas y micronutrientes, necesarios para una población saludable”, dice un extracto del texto del documento. Es la producción de ganado mostrando la fuerza y la resiliencia, incluso en ambientes adversos, ya sea en el desierto o en el Ártico.