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El agronegocio ha buscado formas de conciliar productividad y responsabilidad ambiental. Entre las soluciones emergentes, el crédito de carbono se destaca como un instrumento económico capaz de transformar buenas prácticas en valor de mercado.
El mecanismo económico contribuye a la generación de ingresos adicionales para el productor, al mismo tiempo que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
¿Por qué es importante el crédito de carbono?
Foto: Minerva Foods
Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el sector agropecuario representa alrededor del 24% de las emisiones globales de GEI. Al adoptar técnicas de secuestro de carbono – como la siembra directa, la rotación de cultivos y la integración agricultura-ganadería-silvicultura – los productores pueden generar créditos verificables que pueden ser vendidos a empresas que desean neutralizar sus huellas de carbono.
Además de colaborar con el medio ambiente, se genera una nueva fuente de ingresos para las propiedades rurales, ayudando a equilibrar los costos de transición hacia prácticas ecológicamente correctas.
¿Cómo funciona?
Photo: David Hughes/ Shutterstock
El proceso de generación de créditos de carbono sigue cuatro etapas principales. La primera se refiere a la implementación de prácticas de carbon farming, o agricultura de carbono, que incluyen cobertura vegetal permanente y manejo adecuado de residuos orgánicos.
A continuación, organizaciones certificadas son responsables de supervisar las prácticas adoptadas. Metodologías reconocidas, como la VM0042 de Verra o protocolos del USDA, se encuentran entre las más consolidadas.
El proceso de emisión de créditos normalmente se mide en toneladas de CO₂ evitado o secuestrado. Finalmente, pueden ser negociados tanto en mercados voluntarios como regulados, donde compradores – industrias, gobiernos o consumidores conscientes – los adquieren para cumplir metas de cumplimiento climático.
Todas estas etapas garantizan transparencia y trazabilidad, permitiendo a las empresas y a los consumidores invertir en activos con valor comercial real. Un ejemplo reciente es el de la empresa danesa AgreenaCarbon, que emitió 2,3 millones de créditos de carbono. “El proyecto AgreenaCarbon es extremadamente importante porque demuestra cómo los proyectos de carbono en el suelo pueden escalar”, afirmó Mandy Rambharos, CEO de Verra.
En Brasil, MyCarbon es una de las empresas más activas en este segmento, responsable de proyectos de carbono que apoyan la recuperación de áreas degradadas, aumentando la productividad y los ingresos de los productores rurales mientras disminuyen la presión de la expansión de tierras para la producción agropecuaria y almacenan carbono en el suelo, reduciendo las emisiones de las actividades productivas.
Marco regulatorio brasileño fortalece el tema
La Ley Nº 15.042 creó el Sistema Brasileño de Comercio de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (SBCE), un mercado regulado de carbono que sigue el modelo Cap-and-Trade, el mismo utilizado en grandes economías, como la Unión Europea.
Inicialmente, el agronegocio no fue incluido en el sector regulado por la ley. Sin embargo, proyectos de carbono del agro podrán generar créditos para el mercado voluntario. Con esto, se le pone un “precio” a la contaminación, incentivando a las empresas a adoptar medidas sostenibles.
El proceso de implementación en Brasil funciona de la siguiente manera: la primera fase dura entre 12 y 24 meses. En esta etapa, se definen los detalles operativos y jurídicos que estructuran el funcionamiento del mercado de carbono. La segunda fase se refiere a la operacionalización del sistema de Monitoreo, Reporte y Verificación (MRV) de las emisiones. Con esto, todas las empresas envían informes periódicos de manera estandarizada.
Durante la tercera fase, que dura hasta 24 meses, se inicia la obligación de presentar los informes de emisiones y planes de monitoreo. Todos los datos recopilados se utilizarán para el primer Plan Nacional de Asignación (PNA), que definirá los límites legales para la emisión.
Si todo está en orden, se iniciará la última fase: el comienzo de las subastas de créditos de carbono (CBEs). Se espera que las primeras negociaciones comiencen entre 2027 y 2030, si el cronograma avanza según lo planeado.
Con la conclusión de estas etapas, Brasil deberá ingresar definitivamente al grupo de países con mercados de carbono regulados y económicamente activos, ampliando las oportunidades para el agronegocio. La expectativa es que, al poner un precio oficial a las emisiones y reconocer los esfuerzos de mitigación y secuestro de carbono en el campo, el sector pase a capturar valor financiero por prácticas ya adoptadas — como la siembra directa, los sistemas integrados y el manejo regenerativo de pastizales.
Además de fortalecer la competitividad internacional de la producción brasileña, el nuevo sistema debe convertir la sostenibilidad en un activo económico medible, atrayendo inversiones, ampliando el acceso a crédito verde y consolidando el papel de Brasil como proveedor global de alimentos y soluciones climáticas.
Fuentes de referencia:
USDA Announces Progress on Newly Authorized Climate Programs
Scaling Sustainable Farming: AgreenaCarbon’s 2.3 Million Verified Carbon Credits Redefine Regenerative Agriculture
My Carbon
Legislação Informatizada – LEI Nº 15.042