De acuerdo con las estimaciones y proyecciones oficiales de población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), revisadas en 2024, se espera que la población mundial alcance cerca de 9,7 mil millones de personas en 2050. Este escenario, combinado con la creciente limitación de los recursos naturales y las presiones sobre los sistemas productivos, impone desafíos profundos a la seguridad alimentaria mundial, uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Ya conocido como el “granero del mundo”, Brasil tiene el potencial de atender esta demanda con productividad, eficiencia y sostenibilidad.
8,2 mil millones de habitantes y recursos bajo presión
Considerando que en 2025 la población mundial se estima en 8,2 mil millones de personas, el aumento previsto para los próximos 25 años representa un crecimiento de aproximadamente el 18%. Aunque la tasa de crecimiento poblacional en los últimos 25 años ha sido de alrededor del 34% —lo que evidencia una desaceleración como reflejo de la caída de las tasas de fecundidad en diversas regiones—, el hecho de que las áreas agrícolas, los suelos fértiles y los recursos hídricos sean cada vez más escasos y estén degradados vuelve el escenario desafiante para la seguridad alimentaria.
Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) muestra que los sistemas de tierra, suelo y agua están “al punto de ruptura” debido al uso insostenible, comprometiendo la productividad agrícola.
Según el documento, “la degradación inducida por el ser humano afecta al 34% de las tierras agrícolas”. Esta información es corroborada por la segunda edición del Global Land Outlook, publicada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en colaboración con la FAO y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y Mitigación de los Efectos de la Sequía (UNCCD, por sus siglas en inglés). El informe muestra que entre el 20% y el 40% de la superficie terrestre mundial está degradada o en proceso de degradación, en distintos grados y extensiones.
La limitación de tierras productivas y la degradación del suelo representan un obstáculo creciente para la expansión de la producción agrícola y ganadera. De este modo, la demanda de alimentos tiende a crecer a un ritmo más acelerado que la expansión de nuevas áreas cultivables, hoy prácticamente estancada debido a la limitación de tierras disponibles y a la necesidad de preservar los ecosistemas naturales.

Foto: Minerva Foods
Seguridad alimentaria en un contexto de crecimiento de la población mundial
En este escenario, el desafío de alimentar de forma segura y sostenible a una población mundial en crecimiento coloca a Brasil en un papel de protagonismo. Conocido como el granero del mundo, el país es el mayor exportador de carne bovina y el segundo mayor productor. Al exportar a más de 160 países, demuestra su capacidad para atender diferentes exigencias, incluidas las más rigurosas, ya sea en términos de sostenibilidad, seguridad o calidad de los alimentos.
El protagonismo de Brasil
Este protagonismo se debe a una combinación poco común de factores, comenzando por la propia naturaleza. Brasil reúne condiciones naturales favorables, como abundancia de agua dulce, lluvias frecuentes, clima tropical y vastas áreas agrícolas ya consolidadas.
Sustentado en un avance tecnológico significativo en la producción agropecuaria, el país ha ampliado su productividad sin necesidad de convertir nuevas áreas, como lo demuestra el indicador conocido como “Efeito Poupa-Terra”, un indicador de la eficiencia agrícola brasileña reconocido por la FAO y el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea).
Este resultado se ve impulsado por inversiones continuas en mejoramiento genético, manejo sostenible de pasturas, integración agricultura-ganadería-bosques (ILPF) y uso racional de bioinsumos, prácticas que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, regeneran el suelo, favorecen la circularidad de los recursos, entre otros beneficios.
Además, la matriz energética mayoritariamente renovable y el reconocimiento internacional en prácticas de bajo carbono refuerzan su credibilidad como proveedor estratégico de alimentos, fibras y energía en un mundo que busca simultáneamente seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental.
Seguridad alimentaria y la tecnología como motor de la vanguardia brasileña
El crecimiento de la ganadería brasileña no se ha dado solo en escala, sino también en eficiencia, sostenibilidad y calidad. Este avance es resultado directo de la inversión continua en tecnología, trazabilidad y sanidad animal.
Según el Índice Agrotech GS1 Brasil 2025, en los últimos cinco años la adopción de tecnologías en el campo ha crecido de manera significativa, con destaque para la automatización, el monitoreo remoto y el control nutricional de precisión. Considerando las diferentes etapas del ciclo, incluyendo la preparación y manejo del suelo, además de la cría y alimentación de los rebaños, la ganadería registró un avance del 29% en automatización.
Estas innovaciones se ven reforzadas por programas públicos y privados, como el Plano ABC+, que estimula prácticas de bajas emisiones, y el Programa Renove, de Minerva Foods, que impulsa una agropecuaria sostenible, rentable y de bajas emisiones de carbono.
La tradición agrícola combinada con la ciencia también da lugar a avances significativos. Como destaca la ONU al contextualizar el ODS 2 —seguridad alimentaria y nutricional y agricultura sostenible—, “hay muchos elementos del conocimiento tradicional de los agricultores que, enriquecidos por los conocimientos científicos más recientes, pueden apoyar sistemas alimentarios productivos mediante el manejo sólido y sostenible del suelo, de la tierra, del agua, de los nutrientes y de las plagas, además de un uso más amplio de fertilizantes orgánicos”.
Trazabilidad, un nuevo avance en curso
Uno de los avances en curso es la trazabilidad, que ha dejado de ser un diferencial competitivo para convertirse en un requisito.
Actualmente, Brasil ya cuenta con dos sistemas oficiales de rastreo en la ganadería: el Sistema Brasileiro de Identificação e Certificação de Origem Bovina e Bubalina (SISBOV), que surgió de una demanda de la Unión Europea y se amplió a otros mercados, y el SISBOV 076, aplicado a los animales vivos destinados a mercados internacionales. El número 76 es una identificación nacional de todo bovino brasileño rastreado, seguido de 12 dígitos. El registro se realiza mediante microchips implantables, aretes electrónicos, bolos intrarruminales o botones que permiten la lectura por radiofrecuencia.
Si bien representan un avance importante en transparencia y control sanitario, los sistemas necesitan evolucionar en integración, cobertura y digitalización. Esto es precisamente lo que propone el Plano Nacional de Rastreabilidade da Pecuária, lanzado en 2024 por el Ministerio de Agricultura y Pecuaria (Mapa), que busca superar estos desafíos al establecer una plataforma nacional unificada y metas de adhesión gradual hasta 2032.
La medida no solo pretende responder a las nuevas exigencias de los mercados internacionales —como la Unión Europea, que pasará a exigir la comprobación de deforestación cero—, sino también agregar valor a la carne brasileña, reforzando su imagen como un producto seguro, sostenible y competitivo.
Entre potencialidades y desafíos
Según el informe OECD-FAO Agricultural Outlook 2024–2033, América Latina y el Caribe desempeñan un papel central en la oferta mundial de alimentos. Entre 2021 y 2023, la región fue responsable del 13% del valor neto de la producción agropecuaria y pesquera mundial y del 18% de las exportaciones totales, resultado impulsado principalmente por América del Sur. El documento destaca que “dadas sus condiciones favorables de recursos, América Latina y el Caribe son grandes contribuyentes a la agricultura mundial”, lo que evidencia el potencial del bloque —y, en particular, de Brasil— como proveedor estratégico de alimentos a escala global.
Las proyecciones indican que Brasil, al igual que Estados Unidos, responderá por cerca del 20% de las exportaciones mundiales de carne hasta 2033, consolidando el papel brasileño en esta cadena global.
El futuro de la competitividad de la región, sin embargo, dependerá de factores como la eficiencia en el uso de insumos, la apertura comercial y estrategias eficaces de mitigación y adaptación al cambio climático.
Al mismo tiempo, la FAO advierte que la tierra, el suelo y el agua están sometidos a una fuerte presión, lo que exige ganancias de productividad y eficiencia (y no la simple expansión del área) para sustentar la oferta mundial de alimentos. En el caso brasileño, el potencial productivo se ve reforzado por ventajas estructurales, como la disponibilidad de agua dulce (cerca del 12% de las reservas superficiales del planeta, según estudios de la OCDE/ANA), y por los recientes incrementos de competitividad y escala en proteínas animales, con récords de exportación de carne bovina reportados por entidades del sector.
Seguridad alimentaria y los desafíos internos a superar
Pero para consolidar este protagonismo, Brasil, al igual que sus vecinos, necesita superar desafíos estructurales y sociales persistentes. El informe de la FAO recuerda que “la seguridad alimentaria es un desafío permanente” y que los avances obtenidos desde principios de la década de 2000 comenzaron a revertirse después de 2014, cuando el progreso en la reducción de la pobreza se estancó.
La combinación de crisis sucesivas, como la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania, la inflación de alimentos y el aumento del costo de vida, agravó la vulnerabilidad alimentaria en toda la región, afectando especialmente a las mujeres y a las poblaciones rurales.
Si bien la recuperación económica y los programas de protección social han mitigado parte de los impactos, el documento señala que la desigualdad, la inestabilidad macroeconómica y la dependencia del comercio externo continúan limitando el ritmo de mejora.
Con un PIB per cápita regional proyectado en 10,9 mil dólares estadounidenses para 2033, todavía un 20% por debajo del promedio mundial, la OCDE y la FAO concluyen que el crecimiento futuro dependerá de políticas consistentes de inclusión social, estabilidad económica y sostenibilidad ambiental.
El potencial de Brasil como proveedor de alimentos para el mundo es evidente, pero su materialización exige reducir las desigualdades, fortalecer la resiliencia productiva y mantener el equilibrio entre competitividad y preservación ambiental.
Fuentes de referencia:
- World Population Prospects 2024
- The State of the World’s Land and Water Resources for Food and Agriculture – Systems at breaking point
- Global Land Outlook
- De celeiro do mundo a provedor de soluções: o desafio do Brasil na COP30
- Com Efeito Poupa-Terra, pecuária bovina brasileira cresce sem pressionar florestas
- Sustentabilidade que vem de berço
- ILPF é estratégia para reduzir emissões na agropecuária e ampliar acesso ao mercado de carbono
- Upcycling bovino: gado transforma recursos não comestíveis em proteína de alto valor
- Blockchain, satélites e IA: a origem da carne no radar
- Rastreabilidade no agro: 10 motivos para investir agora
- Food security and nutrition and sustainable agriculture
- OECD-FAO Agricultural Outlook 2024-2033
- The state of the world’s land and water resources for food and agriculture: Systems at breaking point
- Water Resources Governance in Brazil



